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Vacunación y autismo, una relación inexistente


En 1998, el gastroenterólogo británico Andrew Wakefield y sus colegas publicaron en la revista The Lancet que la vacuna triple vírica, la cual previene el sarampión, las paperas y la rubéola, podía desencadenar autismo en los niños. Pronto surgió una fuerte polémica a escala mundial y el número de vacunaciones descendió rápidamente. Pero cada vez surgían más estudios que ponían en entredicho los hallazgos de Wakefield. Finalmente, 10 de los 13 firmantes del artículo se retractaron de las conclusiones del mismo. Con todo, no fue hasta el año 2015 cuando un grupo de médicos dirigidos por Anjali Jain, de la empresa de consultoría especializada en salud Lewin Group, negó la relación entre la vacunación y el autismo. Su afirmación se basaba en el análisis de los datos de 95000 niños.

La revista The Lancet ya había retirado el artículo en 2010, pues de demostró que la investigación presentaba errores metodológicos. Por entonces también se hizo público que Wakefield había recibido dinero de los abogados que representaban a los padres de niños autistas y tenían intención de demandar a los fabricantes de la vacuna. Por otra parte, parece que Wakefield había solicitado la patente para una única vacuna segura. Las autoridades del Reino Unido le revocaron la licencia para ejercer medicina en el país. El médico emigró a Estados Unidos. Allí apoyó la campaña electoral a la presidencia de Donald Trump, reconocido escéptico de las vacunas.

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