Formando ciudadanos con valores desde edades tempranas
El área moral es una de las 8 dimensiones del desarrollo humano integral que, en su interacción, explican la conducta de las personas, con el tiempo cada vez más compleja y diferenciada debido a los cambios que acontecen con: la edad, experiencias familiares, escolares y comunitarias y el ejemplo de sus adultos, especialmente en momentos difíciles. Por ello la situación de antivalores a nivel nacional y global es una oportunidad de oro para formar ciudadanos con valores desde edades tempranas.
El desarrollo moral se adquiere en 4 etapas: a) sensibilidad para reconocer que existe un problema de índole moral, b) juicio para decidir la conducta a seguir según los valores universales, c) valor para mantener su plan de acción a pesar de presiones externas y finalmente d) un comportamiento moral cónsono con los valores universales que rigen la humanidad.
Para lograr sensibilidad, que implica reconocer que existe un problema de índole moral, los niños necesitan haber adquirido competencias cognitivas como la capacidad de atender, discriminar y memorizar para entender las situaciones, lenguaje receptivo y expresivo para escuchar a quienes lo rodean y compartir opiniones y empatía para entender los sentimientos del otro. Si bien la empatía está presente durante el primer año en la interacción con la madre, aparece con relación a otros entre 1 y 2 años pero de una forma egocéntrica, por ejemplo si se cae un niño en el parque busca a su mamá y no a la mamá del niño que se cayó. Entre los 3 y 6 años ya hay empatía por los sentimientos de los demás, por ejemplo se pone triste si un compañero esta triste. Ante esto, la niñez temprana es la etapa ideal para poner en marcha programas intensivos de formación de valores con base en cuentos, títeres y mensajes de películas relacionados con los valores universales.
Para estimular el desarrollo del juicio moral, que significa decidir la conducta a seguir según los valores universales, es necesario que los niños tengan pensamiento lógico. A los 9 años ya tienen las herramientas cognitivas para analizar una situación y entender su congruencia con los valores universales, pero su razonamiento es inflexible. Por eso no pueden entender como por ejemplo, estudian en ciencias sociales que los policías son servidores públicos pero los ven disparando a una sociedad civil desarmada. Esta inflexibilidad se pierde al llegar a la adolescencia tardía y adultez pues un juicio certero obliga a analizar en forma conjunta muchas dimensiones y hacer un balance con flexibilidad que contemple la intencionalidad de los hechos.
Durante la niñez y adolescencia es necesario compartir con ellos como solucionar problemas y tomar decisiones, compartir sus argumentos, ser escuchado y progresivamente enriquecer sus puntos de vista sin confrontarlos.
Por último el valor moral, es la capacidad de mantener su punto de vista a pesar de las presiones externas pasa por su prueba de fuego durante la adolescencia media, pues la presión del grupo es muy fuerte y es fácil ceder ante ellos. Necesitan buenos ejemplos de sus adultos significativos y mucho apoyo para fortalecer su capacidad para mantener decisiones y compartir estrategias para no funcionar como rompe grupo. Con frecuencia adultos a su alrededor no han tenido el valor de rechazar por ejemplo un soborno, o enriquecerse abruptamente. Los niños saben muy bien que no es correcto y no hay que esconderles realidades y siempre responder a sus preguntas, hasta donde pregunten
Finalmente, llega la fase donde demuestran mantener en forma estable una conducta moral, cónsona con los valores universales que rigen la humanidad. Si bien esta se observa desde niñez con los valores más cotidianos, esta se consolida al final de la adolescencia, cuando desacelera sus cambios biológicos, construye su escala de valores y actúa en coherencia con ella.
¿Qué hacer?
• Dar ejemplo para desarrollar su sensibilidad social, compartir juicios morales ante eventos hipotéticos o cotidianos y acordar estrategias para afrontar las dificultades de la sociedad moderna.
• Convertir las situaciones difíciles que estamos viviendo en oportunidades para potenciar el desarrollo integral de nuestros niños y adolescentes al formar las competencias que necesitan para enfrentar la vida, entre ellas una formación ciudadana con valores.
• Es posible que en algún momento tu hijo haga (o vea que algún amigo lo hace) alguna acción incorrecta desde el punto de vista moral. Por ejemplo, puede tomar algo que no es suyo, agredir a un compañero o engañar a algún adulto o par. En estos momentos, más allá de un regano, aproveche la oportunidad para reflexionar acerca de las implicaciones de tales acciones y de cómo más allá del “placer” temporal e inmediato, lo pueden llevar a consecuencias severas tales como: Sanciones reales de la ley, perder vínculos importantes, perder la confianza de seres queridos, entre otros