Los Niños y la Comunicación (II)
Hablamos en nuestra entrada anterior de las etapas de desarrollo de lenguaje, sus características y como se presentan en la conducta del niño.
Ahora bien, previo a la adquisición formal del lenguaje es importante conocer la importancia y la incidencia de procesos sensoriales; no podemos hablar de comunicación sin antes detenernos un poquito en revisar que sucede “antes” de que tengamos que comunicarnos.
El bebé desde que nace está inmerso en una cantidad de estímulos que debe recibir, procesarlos para luego ejecutar una respuesta. Este es un proceso fácil para aquel que no tenga ninguna dificultad biológica que incida en su desarrollo. Sin embargo muchos de nuestros niños si presentan fallas en este proceso.
La integración sensorial necesaria para comunicarnos tiene dos facetas: la reactividad sensorial, que es la manera en que recibimos la información a través de los sentidos (tacto, oído, vista, olfato, gusto, vestibular y propioceptivo); y el procesamiento sensorial, que es como le damos sentido a lo que recibimos.
Cuando hablamos de procesamiento sensorial, encontramos tres tipos:
Procesamiento sensorial: es la forma más temprana del procesamiento y consiste en recibir sensaciones provenientes del medio ambiente.
Procesamiento cognitivo (pensamiento): es la habilidad para ver patrones y crear conexiones entre las cosas (asocia una sonrisa o voz cálida con que será cargado). Este proceso cognitivo implica la manipulación de los datos sensoriales que recibimos.
Procesamiento afectivo o emocional: es la habilidad para interpretar las señales emocionales que recibimos de otros (diferenciar un grito de angustia de uno de rabia).
Posterior a este proceso de integración sensorial, sigue la etapa de ejecución o planeamiento motor, secuenciación y tono muscular. Esta etapa determina la manera en la que usamos nuestro cuerpo y pensamiento para planear y ejecutar una respuesta adecuada a la información recibida.
El planeamiento motor y la secuenciación involucran no sólo la capacidad para planear un movimiento para llevar a cabo una respuesta, tal como responder a una pelota, voltear, hacer contacto, etc., sino también, cualquier actividad que requiera secuenciar acciones o comportamientos como comer, secuencias sociales complejas, llevar conversaciones, comunicar ideas, comunicar pensamientos, entre otros.
Por último, el proceso de comunicación necesita de un grupo de habilidades para su aprendizaje. Básicamente el niño necesita contar con ciertas conductas básicas para el aprendizaje general: es necesario que un niño logre sentarse, mantenerse tranquilo, esperar, escuchar, hacer silencio, mantener el contacto visual e imitar.
En este punto, al iniciar una intervención formal, muchas veces es necesario contar con el apoyo de otros especialistas además del terapeuta del lenguaje.